Ignacio Parada, de Bioelements: “Hay que sacarse de la cabeza la idea de que toda innovación siempre va a ser más cara”
A un año del inicio de la implementación de la Ley REP para envases y embalajes, y en momentos en que está a media marcha la Ley de Plásticos de Un Solo Uso, existe una interesante discusión en torno a los materiales que utiliza la industria del packaging, donde se están impulsando soluciones biodegradables y compostables. Una de las empresa a la vanguardia en esta materia ha sido Bioelements, que a partir de la investigación e innovación desarrolla embalajes que se biodegradan en diversas condiciones ambientales. El fundador y CEO de esta compañía, Ignacio Parada, quien acaba de participar en el Segundo Foro REP, conversa en esta entrevista con País Circular sobre la necesidad de “cambiar el switch” y “ser más abiertos al cambio” para resolver de manera eficaz el grave problema de la contaminación por plástico.
Después de 10 años de trayectoria en Chile y expandiéndose durante ese período a Estados Unidos, México, Centroamérica, Colombia, Perú y Brasil, la empresa Bioelements proyecta con optimismo el presente y futuro de la industria del packaging sostenible, donde tienen mucho que aportar. Así lo señala su fundador y CEO, Ignacio Parada da Fonseca, que fue uno de los participantes del panel “Innovaciones y packaging: ¿dónde están los incentivos?”, realizado ayer en el marco del Segundo Foro REP, que ha reunido a todos los actores involucrados en la Ley N°20.920 y, en general, del mundo del reciclaje, valorización, reúso, y otras alternativas amigables con el medio ambiente.
Bioelements tiene una mirada positiva especialmente en el mercado nacional, donde Parada ha constatado cada vez más receptividad por parte de las empresas del retail, e-commerce, alimentos y consumo, para reemplazar sus empaques de plástico tradicional por nuevas materialidades más amigables con el medio ambiente. Gracias a un trabajo colaborativo con la academia e investigadores de los países donde tiene presencia, ya cuenta con más de 30 formulaciones biodegradables que pueden aplicarse a envases y embalajes desde los formatos flexibles hasta los formatos rígidos.
Sin embargo, para Parada, la ciencia e innovación “debería ser más potente en cuanto a la generación de nuevos productos y materialidades”. Agrega que “en la clasificación de plásticos convencionales se está usando una clasificación de polímeros que son los mismos que existen hace 50 años. Desde ese punto de vista, si bien se han vuelto más fáciles de procesar y de ser reciclados mecánicamente, la ciencia de materiales para la generación de nuevos materiales ha quedado muy al debe”.
De cara al enorme reto que representa la contaminación por plástico, sobre todo de aquellos de un solo uso, Bioelements estrenó este año su primer laboratorio en Santiago, que le permitirá crecer en posicionamiento y liderar líneas de investigación que estén a la vanguardia de la biotecnología mundial. Por lo pronto, están atentos a las nuevas regulaciones de materiales de envases y embalajes, como la Ley REP y la Ley de Plásticos de Un Solo Uso. Por eso, apenas aterrizó en Chile luego de un viaje por México, Ignacio Parada se unió al Foro REP; pero antes, conversó con País Circular sobre el propósito que mueve a Bioelements y la importancia de reafirmar que, si bien hay avances en la industria, el reciclaje mecánico no es la única alternativa. Recuerda que aún las cifras son bajas y por lo mismo, es “posible hacer mejor las cosas”, integrando por ejemplo los bioplásticos.
-¿De qué manera las soluciones de Bioelements vienen a complementar o reforzar el objetivo de la Ley REP?
La incorporación de materialidades nuevas está no solo en el centro de la Ley REP, sino que está en la Ley de Plásticos de Un Solo Uso (Ley PUSU), en la Ley Chao Bolsas, está en la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos, es decir, no hay que ver una sola ley, sino que hay que ver el conjunto y el espíritu de todas estas legislaciones. Si está en el centro la generación de productos nuevos en base a materialidades nuevas, en base a mejor diseño, a utilizar productos diferentes en las formulaciones, queremos adaptarnos a esas necesidades de los clientes.
Muchas veces se dice que los materiales diferentes a los convencionales distorsionan el reciclaje mecánico convencional, pero no es cierto. Hemos hecho los test y hemos visto que se puede reciclar mecánicamente, por ejemplo, polietilenos de alta y baja densidad -que son los que más utilizaban materiales flexibles- y mezclarlos con materiales biobasados y biodegradables hasta en un 40%, y el producto de ese reciclaje mecánico es un pellet que tiene muy buenas condiciones mecánicas.
Como Bioelements nos hemos planteado como una solución a este problema de contaminación, de falta de economía circular y una solución que es más aterrizada a la realidad chilena y latinoamericana. Está bien lo que se está haciendo, pero se puede hacer mejor si pensamos un poquito distinto. Pero si hacemos lo mismo que hemos venido haciendo, los números no nos acompañan y vamos a estar en cinco años más hablando de números que van a llegar al 15% de reciclaje mecánico y eso significa que el 85% se sigue yendo a un vertedero ¿Eso es positivo? A nuestro juicio no.
“Si hacemos lo mismo que hemos venido haciendo, los números no nos acompañan y vamos a estar en cinco años más hablando de números que van a llegar al 15% de reciclaje mecánico, y eso significa que el 85% se sigue yendo a un vertedero ¿eso es positivo? A nuestro juicio no”.
-¿Qué papel juega el laboratorio de Bioelements inaugurado en marzo?
El mundo del plástico está muy activo en Chile y lo que quisimos demostrar es que la ciencia chilena y un espacio colaborativo abierto -donde ya han venido más de 15 universidades a trabajar conjuntamente- permite generar diversas pruebas, no solo de biodegradación con hongos, sino que de biodegradación aeróbica, anaeróbica, compostaje, medición de material biobasado, ecotoxicidad de metales pesados, un montón de test cuyo único objetivo es que los productos que estamos lanzando al mercado se comporten mejor que los materiales convencionales en el medio ambiente.
-¿Cómo están avanzando en la investigación para generar biomateriales innovadores en la industria del packaging?
En Bioelements nos gustaría avanzar más rápido, pero ya estamos con 30 formulaciones diferentes para distintos tipos de productos en la parte de packaging flexible, tanto de productos de consumo masivo como de productos de envasado con alimentos. Estamos haciendo alianzas bien interesantes en ese sentido, y vamos bien; obviamente que nos gustaría más, pero tenemos varias líneas investigativas bien interesantes, como la utilización de microalgas en la polimerización de productos, y el uso de mermas de almidón.
Se ha generado un espacio donde nuestros clientes nos han dado la oportunidad de probar materialidades nuevas en base a materiales que consideraban que eran residuos, y que hoy están siendo parte integrante de ciertas formulaciones.
-¿Bajo qué estándares están testeando los productos?
Son estándares internacionales y nacionales, dependiendo de lo que queramos testear. Por ejemplo, si queremos testear biodegradación aeróbica, usualmente se utiliza la ISO 14.855; en general son métodos que están hiper regulados. Eso es una parte, lo que nos interesa es ir más allá de los métodos. Lo que queremos es saber qué pasa con el producto cuando termina en el mar, cuando queda en la calle, en la playa ¿Se produce microfragmentación que pudiese catalogarse como microplástico? Queremos probar que eso no es verdad con nuestros materiales. Un tema súper interesante que testeamos ahora es el efecto hemolítico que puede producir nuestro material sobre la piel humana, sobre las células, es decir, produce o no hemólisis, es citotóxico o no, cuestiones que van más allá de solamente cumplir con ciertas normativas.
“Lo que queremos es saber qué pasa con el producto cuando termina en el mar, cuando queda en la calle, en la playa ¿Se produce microfragmentación que pudiese catalogarse como microplástico? Queremos probar que eso no es verdad con nuestros materiales”.
-¿Han podido evaluar algunos impactos a lo largo de la cadena de valor?
El equipo de Science se dedica a medir el impacto en términos de huella de carbono de los productos y hemos llegado a conclusiones bien interesantes. El año pasado hicimos una medición con Proyecto Impacta, que es un tercero que mide. Estamos adscritos a Huella Chile, somos parte del Programa de Naciones Unidas del mismo tema, estamos adheridos al Race to Zero.
Además, hemos logrado medir el impacto de nuestras materialidades con resultados bien interesantes. Por ejemplo, en la fabricación de las resinas propiamente tal vemos diferencias de hasta un 60% en términos de reducción de CO2, versus plásticos convencionales.
-¿Y el impacto depende de las combinaciones que ustedes hagan?
Correcto, cada producto terminado tiene un estudio ambiental propio, te digo de cierta forma los rangos en los cuales nos encontramos. Estamos trabajando en certificar la huella de carbono y hacer todos los pasos correspondientes.
-Bioelements está presente en varios países de Sudamérica, ¿qué retos y oportunidades han observado en la región?
La tasa de reciclaje mecánico en Latinoamérica, en general, no llega ni al 5%. En Perú no existe biodegradación anaeróbica, no existen rellenos sanitarios legales que capten el biogás, entonces estamos viendo que los residuos terminan en cualquier parte, lo mismo que en Estados Unidos. Recientemente salió una ley que es la SB54 del estado de California, que prohíbe todo tipo de plásticos de un solo uso, porque están viendo que aquellos que no sean bio quedan tirados en la calle, y el objetivo de Bioelements es entender esa realidad.
Este año hicimos un estudio con La Vulca y Netquest que reveló que los plásticos flexibles son el producto que más se acumula en las casas de los chilenos y los latinoamericanos, pero es el que menos se recicla. En tanto, los estadunidenses dicen que se sienten con un empuje sustentable y que realizan acciones en ese sentido, pero al mismo tiempo los números dicen que su forma de consumir no está siendo sustentable. El consumidor no tiene la culpa de esto, el problema es que, en general, no se han dado alternativas de materiales distintos que puedan permitir que el consumidor no solo se sienta que está haciendo algo, sino que efectivamente tenga un producto que sea sustentable y sostenible en el tiempo, con ciertas características. En el laboratorio tenemos una línea investigativa con hongos del tipo penicillium, que están en todos lados y son ubicuos, es decir, están presentes en todo tipo de ambiente. Cuando uno tiene la posibilidad de generar materialidades distintas y probar si funcionan o no, eso le da un valor también a los mismos consumidores.
-El compostaje aún no está muy generalizado en Chile, ¿crees que eso pueda ser un desincentivo al desarrollo de packaging compostable?
Los números del Ministerio del Medio Ambiente hablan de que más del 60% de los residuos que se generan en las casas son orgánicos y la mejor forma conocida hasta ahora de manejar esos residuos es el compostaje, porque genera una circularidad tremenda con los suelos. No obstante, es cierto que su penetración es muy baja, y lo mismo ocurre con el reciclaje mecánico.
Creemos que hay que incentivar que no solamente entren los materiales plásticos, bioplásticos o aquellos que están incluidos en la Ley REP y la Ley PUSU, sino también los residuos orgánicos e inorgánicos.
“La incorporación de materialidades nuevas está no solo en el centro de la Ley REP, sino que está en la Ley de Plásticos de Un Solo Uso (Ley PUSU), en la Ley Chao Bolsas, está en la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos, es decir, no hay que ver una sola ley, sino que hay que ver el conjunto y el espíritu de todas estas legislaciones”.
-¿Qué incentivos son necesarios para seguir desarrollando la innovación del packaging sustentable?
Primero, para tener un ambiente de innovación es muy importante que no se diga que algo nuevo es malo. Muchas veces en la industria existe el miedo a los cambios, tanto de la industria de transformadores o la industria petroquímica. Pero el statu quo lleva a leyes absolutamente prohibitivas, donde todos pierden. Hay que adelantarse a la ley, por eso, generar nuevos materiales y tener un ambiente donde los actores quieran probar distintas cosas, hace que se pueda resolver, muchas veces equivocándose, pero también de forma proactiva; lo que falta es cambiar el switch ¿Por qué queremos usar solo los seis plásticos que aparecen ahí? ¿Cómo vamos a generar un impacto positivo, una disminución por aquí, una disminución por acá?
-¿Cómo fue la recepción que tuvieron en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados cuando presentaron su perspectiva de modificaciones a las Leyes REP y PUSU?
Fuimos con el único objetivo de plantear que en Chile sí existen materiales distintos y que hay empresas -como la nuestra- intentando hacer cosas diferentes. Hablamos del trabajo que estamos haciendo con universidades, con organismos certificadores y mostramos cómo los consumidores están viendo la inclusión de nuevas materialidades en su día a día. En general, a la mayoría de los consumidores les interesa tener materiales que puedan biodegradarse en 6 a 20 meses, frente a aquellas que no se biodegradan.
-A veces más innovación implica más inversión y, finalmente, mayor costo. En ese sentido ¿Bioelements es competitivo?
Para Bioelements es importante ser súper atractivo y tener condiciones lo más cercanas a los materiales con los que competimos. Si estuviéramos tan alejados de eso, nadie nos compraría. Hay que sacarse de la cabeza esa idea de que toda innovación siempre va a ser más cara. Puede que sea más cara al principio, pero mientras va creciendo la demanda de nuevas materialidades se vuelve cada vez más competitivo.
-¿Cómo están colaborando para el cumplimiento de las leyes REP y PUSU?
Hemos invitado a muchos productores y a otras entidades a visitar nuestro laboratorio para que conozcan cómo investigamos y producimos materiales biodegradables, y ya tenemos a varios comprometidos a venir prontamente. Siempre estamos dispuestos a compartir nuestra experiencia y conocimiento, así como a mostrar el comparativo de cómo estamos con otros países de Latinoamérica.
Muchas veces estas leyes se comparan con países que tienen una realidad muy diferente de la nuestra y, en este caso, hay que ser bien autocrítico. Creemos que hay que estar cerca de los legisladores, porque la industria en general ha tendido a ser más bien defensiva en cuanto a la innovación de nuevas materialidades; en vez de ser receptiva. Queremos demostrar que no necesitamos leyes prohibitivas para poder avanzar. Por ejemplo, si se prohibieron las bolsas que representaban el 1% del total de los plásticos que se vendían en Chile, y ahora estamos llenos de bolsas de papel, hay que preguntarse si el papel es mejor que el plástico per se. No lo sabemos.