Eco-Wing: de velas de parapente en desuso a cortavientos, mochilas y bananos
Su creadora Paula Orrego rescata velas de parapente en desuso donadas por pilotos de este deporte y logra convertirlas en productos textiles para venta. Por cada vela biplaza (para dos personas) de 80 metros cuadrados, la emprendedora puede confeccionar cerca de 40 cortavientos, y utiliza los retazos para la fabricación de bananos. En cada uno de sus productos, la emprendedora incluye un código QR que muestra la trayectoria del piloto que le donó sus velas.


Como varios emprendimientos sustentables alojados en Iquique, Paula Orrego recién logró dimensionar el impacto ambiental producido por los textiles dejados a la deriva cuando le tocó presenciar, en vivo y en directo, el enorme vertedero de ropa que existe en Alto Hospicio. Partió reciclando jeans y otro tipo de prendas para fabricar mochilas. Nació así Eco Vive Recicla, que podría decirse que fue la precuela de Eco-Wing.
Formada como tecnóloga médica en Estados Unidos, país al que llegó en 2003 con sus dos hijos, Paula no pudo validar su título cuando regresó a Chile después de 18 años. De manera que no pudo ejercer su profesión y tuvo que arreglárselas para salir adelante. “Llegué con una idea del reciclaje totalmente distinta a la que se vive en Chile. Tuve que hacer algo. Aprendí a coser a los seis años: soy artista, hago esculturas, pinto, hago montón de cosas. Me tuve que reinventar”, comenta Orrego.
La otra parte de la historia, y que dio paso hacia Eco-Wing, tiene que ver con su esposo Jimmy Rodríguez, quien es piloto de parapente. Un día cualquiera llamaron a su marido por teléfono porque uno de sus amigos pilotos se había caído del parapente y lo fueron a rescatar. Paula vio que su vela quedó rota. “¿Y qué hacen con esta vela?”, preguntó ella. Luego, averiguando, llegó a una información contundente: los pilotos de parapente de la zona norte desechan casi 5 mil metros cuadrados del nylon de la vela, volumen con el que se puede cubrir una cancha de fútbol. Se decidió, por mientras, recuperar esa vela del amigo piloto que se había caído.
“La vela de parapente tiene una tela especial que se llama ripstop. Es una tela muy versátil, maravillosa, muy térmica, no deja pasar el aire, no le entra el agua, es muy liviana y resistente”, cuenta Paula Orrego. Este tipo de telas, además, suelen ser desechadas por los pilotos tras su uso porque se pierde la porosidad y no es segura para volver a utilizarla por los aires. “Estas velas tienen 200-300 horas de vuelo. En Iquique el parapentismo es un turismo que se mueve mucho. Cada piloto vuela más de 4 o 5 veces al día con sus pasajeros. Son horas que se van adhiriendo y tienen que cambiar las velas muy seguido para mayor seguridad”.
Ahí fue cuando se le ocurrió fabricar cortavientos, mochilas y bananos a partir de las velas de parapente que iba recuperando o que los pilotos le iban donando. “Saqué un modelo de una chaqueta que tenía mi esposo y la repliqué. Así empezó Eco-Wing”, revela la emprendedora, cuyo proyecto transforma esa tela ripstop de parapente para darle vida nueva a través de nuevos productos. “Tengo un sistema de donaciones, a través del cual un piloto me da sus velas y yo les hago un cortaviento de su tela. Por cada vela biplaza (para dos personas) de 80 metros cuadrados, Paula es capaz de fabricar 40 cortavientos, y con los retazos confecciona los bananos.
El otro valor importante de Eco-Wing, según Orrego, es que en esta economía circular que realiza, todos los productos fabricados por ella llevan consigo un código QR, a través del cual se puede conocer el perfil del piloto que donó su vela de parapente, su historia, sus horas de vuelo, por dónde anduvo esa vela. En la página web de Eco-Wing se pueden ver algunas reseñas de los pilotos que han regalado sus velas en desuso.
Uno de los últimos máximos orgullos de Paula es haber recibido la vela del chileno Raúl Petit, quien tiene un récord mundial en el vuelo más largo del mundo desde Antofagasta a Iquique (9 horas y 40 minutos). “Me donó esa vela, la estoy trabajando y cuando llegue a estar lista va a ser maravilloso”, asegura.

Al rescate de la vela
Paula Orrego dice que reutiliza casi el 100 por ciento de las velas que son donadas. Partiendo por el estrado y el intrado, la parte de afuera y de adentro de la tela, respectivamente. “También recupero los plásticos que van en los bordes, la zona de ataque, que es por donde entra el aire, y la fuga, que es por donde sale. Eso lo pongo en los bananos y en las mochilas para reforzar las orillas”, dice la tecnóloga médica. Asimismo ocurre con las líneas o hilos de los parapentes, llamados suspentes, cuya alma está compuesta por un material llamado kevlar que se utiliza en los chalecos antibalas. “Cada parapente tiene cerca de 300 hilos que resisten hasta 120 kilos”, acota.
Está en veremos la chance de llevar estos suspentes a una empresa iquiqueña que usa desechos textiles para hacer paneles de aislamiento de casas, ya que éstos tienen propiedades ignífugas (contra el fuego).
De cualquier modo, Paula reconoce que la confección de sus productos comprende un proceso lento, que califica como “quirúrgico”. “El desarme de una vela me puede tomar hasta tres días y medio”, comenta. Además, cada uno de sus cortavientos es único, porque mantiene el patrón de la vela trabajada.
En tanto, los modelos de bananos puede que sean más repetitivos, pero ella los fabrica ultralivianos. “Es como andar con una chaqueta de pluma encima, los hago de tal manera que uno se los puede guardar en el bolsillo”, indica.

Los premios
Con Eco-Wing participó en agosto de 2024 en el concurso provincial Nada Nos Detiene, donde obtuvo el segundo lugar y recibió un monto equivalente a un millón de pesos que finalmente le permitieron hacer crecer el emprendimiento. En diciembre de ese mismo año volvió a postular al mismo concurso y esta vez se hizo beneficiaria del premio mayor: el primer lugar, lo que le valió adjudicarse 10 millones de pesos, con lo cual compró maquinaria nueva para poder trabajar la especificidad de las velas. En febrero del presente 2025 recibió el premio.
“Es muy complicado coser la tela. Antes lo hacía de forma semiindustrial, no era la adecuadas. Este fondo me ayudó muchísimo y me pude hacer más conocida. Fui preseleccionada para Mujeres Líderes de Tarapacá. Soy la única en Chile que hace esto. Me han servido mucho también las mentorías para crecer en la parte financiera, registrar la marca y el marketing online“, detalla la emprendedora.
Por ahora, Paula Orrego vende sus productos a través de su cuenta de Instagram y se hace conocida además de boca en boca gracias a los demás parapentistas que les donan sus velas. Actualmente está en proceso para tener un sistema de e-commerce.
Entre los proyectos futuros, a Paula le encantaría sumar en el código QR que tiene el historial de los pilotos una opción de vuelo en 3D, de manera de otorgarle a las personas la posibilidad de volar virtualmente. “Lo que digo es que vendo historias, no sólo cortavientos. No quiero que la vela muera cuando el piloto la deseche. Quiero que la vela siga volando, pero convertida en cortavientos o bananos”, concluye.
