La Paz sienta una base hacia la economía circular con la plastimadera
Miles de pequeñas bolsas de plástico se convierten, tras un proceso, en mobiliario escolar que es usado por estudiantes en escuelas públicas de la ciudad de La Paz, la sede de gobierno de Bolivia.
Esta materia prima proviene de la leche del “desayuno escolar”, un beneficio que reciben los escolares de escuelas públicas del municipio de La Paz, y se convierte en la llamada “plastimadera” con lo cual se cierra el ciclo de vida de un producto para dar paso a otro.
Con esto el municipio paceño da los primeros paso hacia una economía circular, un concepto económico interrelacionado con la sostenibilidad que tiene como objetivo que el valor de los productos, los materiales y los recursos (como agua y energía) se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo así al mínimo la generación de residuos.
Los impulsores buscan implementar una nueva economía, no lineal, basada en el principio de “cerrar el ciclo de vida” de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía.
En este caso, el municipio de La Paz abarca aspectos ambientales, económicos y sociales. Con este proyecto ha sido reconocido en la séptima edición de los ‘Premios Latinoamérica Verde’ en la categoría de ciudades sustentables.
Cerrando un ciclo
La Empresa Municipal de Áreas Verdes, Parques y Forestación (Emaverde) es la responsable del proyecto que se encamina a tener residuo “cero” de las bolsas de polietileno, uno de los plásticos más comunes debido a su bajo precio y simplicidad en su fabricación, lo que genera una producción de aproximadamente 80 millones de toneladas anuales en todo el mundo.
Las bolsas de la leche y yogurt son entregadas a Emaverde por la empresa que se adjudicó el “desayuno escolar”. Las colecta en las unidades educativas, no el 100% porque algunos estudiantes suelen llevarse el producto para consumirlo fuera del recinto escolar.
La otra fuente de esta materia prima son las islas de reciclaje que se encuentran en diferentes zonas de la ciudad, así como los “puntos Verdes” ediles donde la población deja sus residuos seleccionados para su posterior reciclaje.
Una vez que la materia prima llega a Emaverde, se la selecciona por color y tipo de material. Se lava y se pica el material con un motor que llega a picar 60 kilos por hora. El producto obtenido se pone en moldes que se introducen en un horno para fundir a 200 grados durante dos horas.
Tras ser prensado el material, se forman unos tableros de 2.5 por 1.2 metros que tienen espesores de entre 1.5 a 2.5 centímetros, con los cuales se fabrican maseteros y muebles.
La planta edil procesa anualmente entre siete a diez toneladas de material de baja densidad.
Desde pupitres a maseteros
En el taller, los trabajadores de Emaverde usan los tableros de plastimadera para fabricar pupitres y asientos para las escuelas públicas. Desde su apertura, hace cinco años, han fabricado cientos de muebles con más de 97 toneladas de residuos plásticos.
En 2019, hicieron más de doscientos pupitres y un centenar de taburetes para equipar los laboratorios de esas escuelas. Por su resistencia e impermeabilidad es ideal para los colegios.
A requerimientos de empresas privadas, la empresa edil también fabrica maceteros de diferentes tamaños con la plastimadera.
Este producto es resistente a los cambios de temperatura, es flexible, no le afecta las plagas y es durable. Tiene las características adecuadas para que en su apariencia y funcionalidad sea muy parecida a la madera.
Se fabrican además basureros, bancas de plazas y letreros por la durabilidad y resistencia de ese material.
En el contexto actual, para la recuperación económica post Covid, está tomando fuerza la necesidad de que las actividades productivas generen rentabilidad sin impactar negativamente en la naturaleza. Las empresas deben repensar su sistema de producción.
Municipio sustentable
La Paz es el único municipio que cuenta con una planta de reciclaje de bolsas de plástico, resalta Érika Calderón, la gerente de Emaverde.
Esto responde, dice, al lineamiento del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz de ser sustentable y ecoeficiente, planteado en la Agenda 2040 del municipio.
En el contexto actual, para la recuperación económica post Covid, está tomando fuerza la necesidad de que las actividades productivas generen rentabilidad sin impactar negativamente en la naturaleza. Las empresas deben repensar su sistema de producción.
Así como lo hace la empresa municipal Emaverde, empresas privadas bolivianas también han tomado el camino de cambiar el sistema económico lineal basado en producir, consumir y desechar, a uno sustentable.
Se pueden citar a empresas como Empacar S.A. que, según sus ejecutivos, evita que 1.200 toneladas de botellas pet por mes terminan como desecho a través de su reciclaje; otra empresa es Mamut que fabrica pisos reciclando las llantas, reduciendo el impacto en el medio ambiente y generando fuentes de empleo para los acopiadores de este material.
“La crisis sanitaria nos ha puesto de manifiesto que las empresas no estaban preparadas para contingencias como las que estamos viviendo. (…) Hay empresas que se están adaptado y piensan en el modelo de la economía circular, que permite tomar acciones más rápidas”, explica Dioselinda Roa, Directora de Comunidad B en Uruguay y coordinadora Comunidad B en Bolivia.
El desafío está lanzado para que cada vez más empresas públicas y privadas se sumen a la economía circular haciendo un uso racional de los recursos.
* La autora es periodista boliviana. Este reportaje forma parte del Taller “Red Latinoamericana de Comunicadores de la Economía Circular”, organizado por Programa Regional Seguridad Energética y Cambio Climático en América Latina (EKLA), el Earth Center de la Universidad Adolfo Ibáñez y País Circular.