Cuando ya han pasado diez días desde el inicio del estallido social más grande de la historia reciente de Chile, nos preguntamos de qué forma la organización de las ciudades refleja las desigualdades que millones de personas han denunciado estos días mediante caceroleos y masivas marchas a lo largo del país. Y como mejorarlas, o qué debiera mejorar en ellas, a partir de ahora. Conversamos al respecto con Jonathan Barton, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable de la UC (Cedeus), quien considera que el problema de fondo está en que en las últimas cuatro décadas se ha dejado que el mercado resuelva la planificación y los servicios urbanos, minimizando el rol del Estado.
“Debemos criticar la construcción, durante 30 o 40 años, de una cierta forma organizada de los intereses económicos con los intereses políticos, y cómo eso ha generado una especie de perversión, que significa que los intereses de la gran mayoría de los chilenos no han sido escuchados”, subraya Barton, geógrafo, doctor en Historia Económica, especialista en planificación del desarrollo sustentable y ex director del Cedeus.
¿Cómo se entiende la actual protesta desde los problemas en la planificación urbana?
La existencia de la inequidad urbana es algo que conocemos y hemos descrito desde hace mucho tiempo. Es algo omnipresente en Chile, y creo que se ha hecho la vista gorda al respecto. Los últimos días muchas personas de los partidos de gobierno han reconocido este gran desafío, pero yo me pregunto por qué no hablaron de eso antes. Me cuesta pensar que los cientistas sociales que trabajan en planificación, o los arquitectos que trabajan en urbanismo, no hayan identificado esta crisis casi estructural, y solo se hayan dado respuestas marginales.
Por otra parte, hay un problema de no haber tenido lineamientos. Tenemos una política nacional de desarrollo urbano solo desde 2014; la anterior era de los años 70, es decir, décadas sin lineamientos claros y creyendo que solamente con instrumentos que son -quizá- débiles, se va a resolver el gran desafío de cómo planificamos, cómo utilizamos el espacio urbano y rural (porque sabemos que la expansión urbana genera grandes desafíos en zonas periurbanas que son productivas).
Ahora bien, si vemos la política nacional de desarrollo urbano de 2014, en ella se habla de los grandes problemas de inequidad, habla de la necesidad primordial de tener un desarrollo urbano sustentable, pero llegó tarde.
¿Cómo se soluciona hoy este problema?
La pregunta es hasta cuándo en Chile, con una tradición muy fuerte en instrumentos de mercado desde el ’73-‘74, esperamos que más mercado vaya a resolver los problemas que han sido producidos por el mercado. Si vemos que en los países donde sí funciona la planificación urbana y regional el Estado tiene un rol fuerte, los privados saben que hay una jerarquía y que no están por sobre el Estado, entonces sabemos que se requiere un cambio muy profundo en el rol del Estado. En Chile hemos minimizado el papel del Estado, pero es necesario para la planificación y la posibilidad de vincular todos estos sectores. Por ejemplo, lo más obvio, es vincular vivienda con transporte, y acá llevamos décadas de planificación donde no hay conexión entre estrategias e inversiones en transporte y políticas de localización de vivienda ¡Es una locura!
Tiene que ver con cómo utilizamos los espacios públicos, como financiamos -por ejemplo- las áreas verdes, que es algo fundamental para una buena calidad urbana. Hay un estudio de hace unos diez años, que muestra que las personas que viven al poniente de avenida Vicuña Mackenna tienen acceso a un tercio de las áreas verdes a las que tienen acceso quienes viven al oriente de esa avenida. (…) Tenemos una ciudad que verdaderamente está segregada, no solamente por vivienda, espacio público, acceso a transporte; en las ciudades se siente la inequidad de forma más que evidente. Pero se ha ignorado o no se ha tomado en cuenta, o se ha pensado que no importa tanto porque hay una organización social, donde la élite, por un cierto derecho adquirido, debe vivir tranquilo con mucho servicio de buena calidad y la mayoría, bueno, ellos son otro grupo, otro contexto.