Renée González, directora del Fondo Mexicano para la Conservación: “Hemos visto que nuestra felicidad depende de los recursos naturales”
En un par de meses, Renée González Montagut asumirá la presidencia de la red de fondos ambientales de América Latina y El Caribe (RedLAC), entidad que hace unas semanas realizó en Chile su encuentro anual, donde participaron representantes de fondos de todo el mundo, de organismos multilaterales, de bancos de desarrollo como CAF y BID, donantes filantrópicos y líderes internacionales de la conservación. En la oportunidad, País Circular conversó con González Montagut para conocer sobre el trabajo que hace más de 30 años realiza el Fondo que dirige en México, así como indagar en sus recomendaciones para el Fondo Naturaleza Chile, creado hace solo cuatro años y que organizó la reciente cumbre.
Con el Lago Llanquihue de fondo y en un acto lleno de simbolismo, la directora ejecutiva del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN), Renée González Montagut, recibió una imagen del árbol de la vida de manos del salvadoreño Jorge Oviedo, actual presidente de la Red de Fondos Ambientales de Latinoamérica y el Caribe (RedLAC) quien, de ese modo, le entregaba el mando aludiendo al propósito de cuidar la naturaleza, indispensable para la vida.
Esta ceremonia se realizó durante la jornada final del Congreso RedLAC realizado a comienzos de octubre en Santiago y Frutillar, organizado por el Fondo Naturaleza Chile (FNC) y que durante cinco días congregó a representantes de los fondos de la región y también de otros continentes, así como de organismos multilaterales, financistas, donantes y líderes internacionales de la conservación.
Renée González Montagut asumirá oficialmente en enero de 2026 la presidencia de RedLAC, entidad fundada hace 26 años y que actualmente reúne a 34 fondos ambientales de 20 países y tres fondos regionales. Uno de los fundadores de RedLAC es el fondo mexicano, mientras que el fondo chileno se sumó en 2021, solo un mes después de haber sido creado formalmente con el objetivo de movilizar recursos para la conservación y restauración de la naturaleza, y de ese modo apoyar el cumplimiento de las políticas gubernamentales en esta materia.
Poco después de recibir el árbol de la vida, la directora ejecutiva del FMCN conversó con País Circular sobre los desafíos que enfrenta RedLAC, así como su experiencia en el fondo mexicano, donde ha trabajado por 28 años. Desde esa perspectiva, Renée González también consideró cuáles son los retos y oportunidades del Fondo Naturaleza Chile.
González Montagut es licenciada y PhD en Biología; se doctoró en Harvard, donde también hizo clases. En 1997 ingresó al Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza y, desde 2020, es su directora ejecutiva. Es reconocida internacionalmente como especialista en conservación de la naturaleza y financiamiento ambiental, con una sólida trayectoria en el diseño y gestión de fondos para la protección de ecosistemas.
En esta entrevista, realizada durante el Congreso RedLAC en el Teatro del Lago, en Frutillar, Renée González subrayó la importancia de la colaboración entre los distintos fondos ambientales, que permite el intercambio de conocimiento y mejores prácticas: “RedLAC es eso, colaboración, y por eso sientes aquí una vibra sensacional. Creo que al estar trabajando en diferentes países, la parte de competencia queda afuera”.
“Estoy convencida de que el ser humano está pasando de la etapa de la competencia a la de la colaboración. Tenemos que encontrar objetivos comunes entre todos. Estamos viendo que la competencia no nos lleva a ningún lado. Necesitamos combinarlo con la parte de colaboración. Y no necesitamos ir a ningún extremo”.

-¿Cómo ve la evolución de los fondos ambientales, considerando que el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza fue creado en 1994?
El Fondo Mexicano nació en una coyuntura en la que también nacieron otros fondos ambientales, justo después de Río de Janeiro, de la Conferencia de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas celebrada allí en 1992.
Había una mística fabulosa en todo el planeta, dándonos cuenta que estábamos perdiendo la biodiversidad y que se tenía que hacer algo de manera contundente. Ahí nace también el Fondo para el Medio Ambiente Mundial -conocido como GEF por su acrónimo en inglés- y comienzan a surgir fondos ambientales en varias partes del planeta.
Había una emoción, una mística muy bonita. Y comenzamos a experimentar, pero realmente creo que muchos no sabíamos lo que hacíamos. Una de las primeras acciones del Fondo Mexicano fue crear un directorio (catastro) para saber quién estaba trabajando en cuestiones de recursos naturales en el país.
Es así como comenzamos a aprender, a equivocarnos. Ha sido un proceso de errores y avances, y ya vamos creando una sociedad cada vez más enfocada al medio ambiente.
En los noventas todos estábamos con la idea de proteger zonas prístinas. Pero rápidamente, sobre todo en Latinoamérica (…) con ocupación humana en todo el territorio -hasta en el Amazonas- entendimos que tenemos que trabajar con la gente. Ese reconocimiento y esa evolución es muy importante.
-¿A qué se refiere cuando dice “trabajar con la gente”?
Es trabajar con las personas que está en el territorio, que están haciendo agricultura, ganadería… O sea, todos los usuarios del territorio. Y eso es algo que también se aprende a lo largo del tiempo.
Si uno se enfoca en un territorio -nosotros nos enfocamos en cuencas, porque el agua es la que nos marca los límites-, se empieza a entender cómo es la dinámica, cómo está organizado el sistema. Entonces, puede haber algunas iniciativas muy extractivas, otras que son más sustentables, y tienes que comenzar a entender ese ecosistema social.
Se trata de fortalecer lo que está funcionando bien con el ecosistema y tratar de incidir en lo que no. Esto último depende también de cómo está la extracción: si es una extracción muy dañina, pues entonces hay que recurrir definitivamente a instrumentos legales. Si es una que puede transitar hacia algo sustentable, pues hay que buscar el acercamiento con la gente para ver cómo pueden hacer esa transición.
-Entonces, ¿hay que tener flexibilidad?
Sí, es flexibilidad. Así es la gradiente de la conservación; es conservar lo que todavía está, usar de manera sustentable lo que se puede utilizar, y restaurar donde se requiere de -por así decirlo- de primeros auxilios.
“En los noventas todos estábamos con la idea de proteger zonas prístinas. Pero rápidamente, sobre todo en Latinoamérica (…) con ocupación humana en todo el territorio -hasta en el Amazonas- entendimos que tenemos que trabajar con la gente”.

-¿Cuáles diría que son las ventajas y desventajas que tiene el Fondo Naturaleza Chile al haberse creado hace poco, frente a otros fondos que tienen décadas de experiencia?
La gran ventaja es que ya no tiene que caer en los mismos errores que caímos todos los que estábamos comenzando en esto.
Creo que una desventaja es que, a través de los años, una va adquiriendo un poco de callo -sobre todo con los financiadores- para poder negociar de manera determinante lo que necesita tu país, y tenemos mucho la tendencia a querer satisfacer al donante, y a veces hay que ‘jugar’.
Otra ventaja que tiene Chile es que cuenta con unas capacidades humanas y tecnológicas altísimas. Por lo que hemos visto en el Congreso RedLAC, la tecnología es fantástica. Entonces, no dudo que con esa creatividad Chile pueda atender esos desafíos con muchísimo éxito.
-¿Qué errores grandes cree que cometieron los primeros fondos, y que el fondo chileno se puede ahorrar?
Creo que uno de ellos fue esa idea de establecer áreas naturales protegidas por decreto, a partir de cuestiones en los escritorios y no de ir al terreno, conversarlo con la gente, realmente dialogar, ver las ventajas; tener una interlocución constante.
Yo recuerdo -lo tengo muy vivo en la mente- que en algunas de esas áreas protegidas, por ejemplo las marinas, incluso incendiaron una lancha de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas. Hoy en día las comunidades trabajan con la Comisión, hasta solicitan las zonas de refugios pesqueros.
Otra cosa en la que llegamos tarde fue en el involucramiento de las mujeres. Eso es súper importante. Que las mujeres estén teniendo una silla en la mesa no es fácil, porque hay que respetar las tradiciones de cada lugar al que uno llega; pero se pueden comenzar a abrir esos espacios sin infringir demasiado las normas culturales del sitio, y ahí comienzas a tener unos resultados fantásticos. Es una excelente inversión, y no lo digo porque sea mujer, sino porque lo he visto con datos.
“A través de los años, una va adquiriendo un poco de callo -sobre todo con los financiadores- para poder negociar de manera determinante lo que necesita tu país, y tenemos mucho la tendencia a querer satisfacer al donante”.

-En relación a su nuevo cargo, como presidenta de RedLAC a partir de enero de 2026, ¿cómo enfrenta este reto?
Es realmente un reto maravilloso.
Estoy convencida de que es el momento de Latinoamérica y el Caribe. Estamos viendo que otros modelos de desarrollo no están funcionando. En cambio, en esta región, donde tenemos la mayor cantidad de agua, la mayor cantidad de biodiversidad y donde se están protegiendo los mares como en ningún otro lado del planeta, es donde hemos visto que nuestra felicidad depende de esos recursos naturales.
Y creo que sí, somos un grupo de países muy felices. Y somos felices porque tenemos cultura y naturaleza.
La forma de abordar el desarrollo y abordar nuestros desafíos es uniéndonos. Estoy convencida de que el ser humano está pasando de la etapa de la competencia a la de la colaboración. Tenemos que encontrar objetivos comunes entre todos. Estamos viendo que la competencia no nos lleva a ningún lado. Necesitamos combinarlo con la parte de colaboración. Y no necesitamos ir a ningún extremo.
-Es una mirada muy optimista…
Sí. Y tiene que ser un optimismo bien sentado en realidad. Yo sí creo en la esperanza.
Creo que existe es parte de la ecoansiedad, porque estamos en un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Y es un momento muy disruptivo.
Y es por eso que los extremos se están expresando. Entonces, ahí es donde con inteligencia y con innovación tenemos que comenzar a mostrar soluciones.
Hay días en los que una se levante dice ‘no es posible’. Pero también recordemos que en las noticias siempre tenemos las catástrofes. Entonces, la catástrofe moviliza. Tiene también un efecto.
Si tenemos un incendio, quizá vayamos a tener prevención de incendios en la siguiente temporada. Esperemos, ¿verdad? Entonces, vamos aprendiendo de esas catástrofes. Cuando yo necesito optimismo voy al campo, porque cuando veo a la gente que puede trabajar de manera conjunta -cosa que a veces olvidamos en las ciudades-, entonces dices ‘ok, aquí sí se puede’. Y cuando ves…, por ejemplo, hace pocas semanas, vimos las primeras imágenes después de 25 años, 34 organizaciones trabajando en la Reserva de Mariposa Monarca han logrado que regrese el bosque, ya con eso yo puedo dormir tranquila. Entonces, creo que cada quien, desde donde estamos, podemos hacer mucho por el planeta.
Todos, en cualquier carrera que estén, seguramente tienen conexiones con otros seres humanos y pueden pensar en cosas muy creativas de lo que pueden hacer por la naturaleza, ya sea comenzando con educación ambiental o con vincular gente que sabes que si las pones juntas van a hacer cosas maravillosas.
Y ahí, simplemente, hay que dejar la competencia de lado y colaborar, dejar el ego en la puerta y comenzar a decir ‘esta persona es buena para esto, esta para esta otra cosa’ y entonces ver cómo podemos unirnos todos.
-Pone mucho énfasis en la colaboración…
Es que eso es RedLAC, estábamos los distintos fondos, cada uno en su país, y lo que había que hacer era colaborar. Entonces, si tú estabas en Guatemala, yo en México, nos comunicábamos y al principio era catártico, porque nos quejábamos de los donantes (ríe). Pero después pasó a ‘oye, ya le pediste esto, porque sí te lo puede dar. Entonces, llégale por acá y mira, si ves la parte marina, te puede servir mucho’. Y entonces comenzó esa colaboración.
Y de repente sentimos que nos buscamos todos. Y es fantástico poder levantar el teléfono y preguntarle a Fondo Acción ‘no entiendo lo que son créditos de carbono, ¿me los explicas?’, y me manda una presentación. ‘Y si quieres, yo le hablo a tu consejo directivo y todo’. Los nichos están bien definidos y eso es muy importante, porque eso hace que la competencia baje muchísimo.
Entonces hay una misión, un objetivo común, que es restaurar, conservar, hacer manejo sustentable de los recursos naturales.
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