Permanece en cuarentena en un campo de California, donde se dedica a cultivar lo que consume y a gestionar vía zoom la cantidad de proyectos de conservación que lleva adelante en la Argentina. Kris Tompkins, viuda del magnate ecologista Douglas Tompkins, es una de las ambientalistas más importantes del planeta. Es además la mujer que más cantidad de tierras controla en el país. El fin suena loable: comprar y regenerar ecosistemas para crear Parques Nacionales. Su trabajo es silencioso y eficaz. Cuadrillas de ambientalistas a sus órdenes se mueven por diferentes sitios naturales de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Corrientes y Chaco. Lugares que en tiempos de coronavirus, contra lo que se piensa, ven aparecer nuevas amenazas. Pandemia y medio ambiente, coronavirus y cambio climático, pandemia y consecuencias ambientales, ¿qué los enlaza? ¿qué los vincula? Sobre todo eso trata esta conversación que la activista mantuvo en exclusiva con Clarín.
– Existe numerosa evidencia de que la aparición de epidemias está relacionada con la degradación de ecosistemas naturales y con el tráfico ilegal de vida silvestre. Los ecosistemas naturales nos brindan servicios esenciales para la supervivencia . Si los destruimos dejan de prestar esos servicios. Uno de ellos es la prevención de pandemias. En un ecosistema en equilibrio, también están en equilibrio los patógenos con sus huéspedes naturales. Cuando alteramos ese equilibrio los patógenos “saltan” a otras especies, incluido el hombre. Esto es válido para el CoVid-19 y también para el Ébola, HIV, SARs. Está documentado que a mayor tasa de deforestación, hay mayor incidencia de dengue y malaria por la proliferación de los mosquitos vectores. En ecosistemas donde el lobo está presente, la incidencia de tuberculosis es menor que en donde hemos extirpado al lobo, que controla a los herbívoros que portan a esta bacteria. En el caso del CoVid-19 no solo la destrucción de ambientes naturales ha jugado un papel importante. También el comercio ilegal de especies silvestres, asociado a nulos cuidados sanitarios. Y nuestra capacidad de desplazarnos en aviones, a todos los rincones del planeta, ha hecho que el virus disperse rapidísimo.
– ¿Cómo la afectó a usted y a sus equipos en Sudamérica la irrupción de la pandemia?
Nosotros trabajamos en conservación de ambientes y especies, con alto involucramiento de las poblaciones locales. Pero los turistas y los guardaparques han desaparecido de los ambientes silvestres. Esto ha desembocado en falta de empleo y falta de control, un cóctel peligroso. Hemos visto que mucha gente ha tenido que salir a cazar para poder llevar comida a sus platos (otros también por simple placer) y no hay nadie que controle. Yo creo que en los parques nacionales, al contrario de lo que se percibe, va a haber un retroceso en términos de conservación de vida silvestre.
-¿De qué modo llevan adelante la cuarentena sus conservacionistas?
-La mayor parte de nuestro personal trabaja y vive en los territorios donde tenemos los proyectos de conservación. La gran mayoría están transcurriendo las cuarentenas aislados en las estaciones biológicas que administramos. En buena medida son afortunados porque no se encuentran encerrados en una casa aunque sí aislados del resto de las personas. Pueden salir a los pueblos cercanos a hacer compras de comida para ellos y los animales. Y continúan con las tareas de cuidado de los individuos de las especies que estamos reintroduciendo.
-¿Qué están haciendo que no pueden esperar?
-En el corto plazo y mientras dure la cuarentena, debemos ocuparnos de los individuos de distintas especies (yaguaretés, nutrias gigantes, guacamayos, pecaríes) que no pueden ser desatendidos. Estos animales necesitan ser alimentados, necesitan tener cuidados veterinarios. También debemos cuidar los territorios que adquirimos para evitar la cacería, el incendio de pastizales o que rompan los alambrados perimetrales y entre ganado a las reservas.
-El ambientalismo celebra que bajaron casi todos los niveles de contaminación por el cese de actividades. ¿Usted que piensa?
– Hemos asistido a una recuperación del aire y el agua. Sin embargo, las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera no han bajado. Se necesita mucho más que una cuarentena para solucionar este grave problema. Las tres grandes crisis ambientales son el cambio climático, la extinción de especies y la aparición de pandemias. Ninguna de ellas se soluciona en un lapso de tiempo reducido como es el de una cuarentena. Hay que buscar soluciones de fondo. La conservación y la restauración a través del Rewilding es una de esas soluciones, al igual que el desarrollo a mayor escala de economías regenerativas locales, un mayor empuje al uso de energía renovables y a la agroecología.