Gota.ag: la tecnología que riega “con inteligencia” los campos de Chile
Gestión y Operación Tecnológica del Agua (Gota) se llama esta empresa de desarrollo que ofrece una solución integral para productores agrícolas en términos de eficiencia hídrica y eficiencia energética. Con un software llamado María, basado en inteligencia artificial, los agricultores pueden conocer todas las variables que inciden en los cultivos para saber cuándo y cuánto regar. El ahorro de agua de los clientes del emprendimiento puede llegar hasta un 50 por ciento.
En 2018, el ingeniero agrónomo titulado en la Universidad de Chile, Eduardo Pérez, trabajaba en una empresa de ingeniería de riego de su colega Julio Haberland, titulado en la misma Casa de Bello. En ese empleo, veía que uno de los dolores de cabeza era el tema de la post venta. Si bien los clientes ocupaban un equipo tecnológico de riego, no había un personal detrás haciendo un seguimiento, ayudando a procesar la información y a mejorar la situación de dichos implementos.
Cuando era estudiante universitario, Pérez había desarrollado trabajos de apoyo a pequeños productores en temas de eficiencia hídrica y regulación de equipos. Lo aplicaron seis meses después para mejorar la oferta de la empresa y resultó. Hicieron dos pilotos, uno en Santiago y otro en Pelarco (Región del Maule), con sobrado éxito. “Los agricultores se habían vuelto más tecnológicos, pero habían hecho la inversión y no la usaban”, comenta Pérez.
Al año siguiente, en 2019, unió esfuerzos con Haberland y juntos se lanzaron a la tarea de formar una empresa propia, cuya oferta central sería una asesoría integral en términos de riego con eficiencia hídrica. De a poco fueron aumentando los clientes. “Les dábamos recomendaciones de cuándo regar, aprender a usar las herramientas, que se fueran metiendo en la transformación digital, en el uso de datos, fue todo un proceso para los productores ya que la parte agrícola se maneja de forma bastante antigua”, agrega.
Ese fue el origen de la empresa climatech Gota.ag. Más allá del nombre que alude a la gota de agua, trae escondida una sigla: Gota es Gestión y Operación Tecnológica del Agua. Al principio, eso sí, partieron con las asesorías y un par de años más tarde evolucionaron en la propuesta. “Incrementamos el equipo de profesionales. Empezamos a ser integradores de tecnología. Por ende, empezamos a vender hardware (sensores) para hacer la solución más integral. Y por otra parte, decidimos apoyar al cliente que ya estaba siendo eficiente, que estaba ahorrando mucha agua, consciente con el proceso. Los apoyamos en hacerlos más precisos”, complementa el cofundador de la empresa.
En 2022 se logró el desarrollo completo de Gota.ag. Crearon un software que reemplazaba las asesorías, pero le permitió al productor tener indicadores como el de huella hídrica, proyectar con inteligencia artificial detrás y hacer el proceso más automatizado. Ahora el productor podía saber cuántas horas y cuándo regar, solamente utilizando su celular. “Nuestros productores hoy en día son muy conscientes de cuánta agua están utilizando por cada kilo producido”, dice Pérez.
El responsable de la colaboración continua con los agricultores es el software creado por los ingenieros agrónomos de Gota.ag: se llama María, que significa Modelo Automatizado de Riego con Inteligencia Artificial. “María prescribe cuándo y cuánto regar, le predice al productor cuándo debería ser su evento de riego, sacando información del huerto en tiempo real, de los equipos que están en terreno, con un proceso de modelación e inteligencia artificial, prediciendo el clima”, explica Eduardo Pérez, para quien Gota.ag hoy es una “solución de desarrollo tecnológico 360° que integra el hardware, el software y, alrededor de eso, nos preocupamos mucho de la transformación del cliente para usar la tecnología y que utilice la menor cantidad de agua posible para producir un kilo. Ayudamos al cliente a entender el entorno”.
El cambio es sustancial, agrega el gerente general de Gota.ag, porque María permite “ahorrar horas de trabajo que antes se empleaban usando un Excel o la mano misma, porque algunos tocaban el suelo para ver si estaba húmedo o seco. Con esta herramienta, en cambio, el cálculo es más eficiente y se hace en segundos”.
Detrás del funcionamiento de María hay módulos que “logran entender cómo funciona la planta, el suelo, el sistema hidráulico. La IA es capaz de ver el comportamiento del usuario y ver lo que pasa en el futuro con el clima: si hay lluvias o no, calor o no”. Hay productores que tienen hardware que miden cómo se mueve la savia y el flujo de transpiración dentro de la planta, lo cual ayuda en la solución integral que ofrece Gota.ag.
“En nuestros clientes hay mucha conciencia. Invierten porque saben que es importante mejorar la eficiencia energética y de agua. Entre 2019 y 2021 había full escasez hídrica, no había agua ni para regar la mitad de sus predios si lo seguían haciendo como antes. Hoy riegan lo que pueden y liberan agua”.
La distribución de Gota.ag.
Hoy Gota.ag se utiliza en unas 700 unidades de manejo distribuidas entre Copiapó y Angol, lo que se pretende incrementar a 1.200 en 2025. También están presentes en España, en la zona de Murcia, Alicante y Valencia, donde se encuentra actualmente Eduardo Pérez. Se prevé que en un plazo cercano el proyecto llegue hasta el mercado de Perú, México y Estados Unidos.
En relación con eso, con Gota.ag ha participado en el programa de Acelera Circular en la Región del Maule organizado por la corporación G100, cuyo premio fue una pasantía en Eurecat en el Centro de Desarrollo de Cataluña, en Barcelona. G100 es una corporación de cerca de 100 empresarios, emprendedores y ejecutivos/as que trabajan para potenciar el desarrollo del emprendimiento en Chile.
“En Europa este tema está muy regulado, pero no tienen mucha tecnología. Están más atrasados que en Chile. Tienen mucha automatización, pero no muchos datos en la nube. Están desfasados en tres o cuatro años”, asegura el cofundador de Gota.ag, para quien en España “también han pasado por procesos de escasez hídrica y eso obliga a hacer las cosas mejor. Por suerte en Chile ha llovido un poco más los últimos dos años y hay un poquito más de pulmón”.
Lo de la regulación en Europa, continente de destino de mucha producción de frutas a nivel nacional, es clave para explicar el éxito de Gota.ag en los productores chilenos. “Los productores grandes tienen que pasar por un proceso de certificación que los obliga a reportar sobre la eficiencia del uso del agua, cuánta agua liberan a la cuenca, cuántas inversiones tecnológicas están haciendo. Europa, China y Estados Unidos son mercados súper exigentes en cómo reciben nuestros productos agrícolas, ellos van marcando la pauta”, señala Pérez.
En general, dentro de esas 700 unidades de manejo en las que opera la empresa en Chile, se cuentan medianos y grandes productores. El cliente más pequeño de Gota.ag ronda las 20 hectáreas. “En nuestros clientes hay mucha conciencia. Invierten porque saben que es importante mejorar la eficiencia energética y de agua. Entre 2019 y 2021 había full escasez hídrica, no había agua ni para regar la mitad de sus predios si lo seguían haciendo como antes. Hoy riegan lo que pueden y liberan agua”.
Pérez está convencido de que el cliente grande tiene problemas que en el macro afectan más a la cuenca y, por consiguiente, al productor más pequeño. “El que riega doblemente mal afecta al productor pequeño que está más abajo, entonces cuando le soluciono el problema al grande, el pequeño siempre se va a beneficiar, porque le están liberando agua para que pueda hacer operación”, agrega.
Sin embargo, aclara el profesional, paulatinamente productores con menos hectáreas se han acercado para manifestar interés por la solución tecnológica, ya que “saben que es fácil retornar la inversión y saben que les da mayor seguridad hídrica”.
En promedio, un productor mediano hoy está en condiciones de bajar hasta un 50 por ciento su huella hídrica, mientras que los más conservadores pueden alcanzar un 30 por ciento de ahorro. En Gota.ag tienen productores de nueces que antes usaban 12 mil metros cúbicos y ahora lo hacen con 6 mil.
El uso de la tecnología también se traduce en un ahorro energético y, por añadidura, en un alivio para el bolsillo. “Por cada metro cúbico de agua que envías al campo hay que mover bombas que consumen energía”, explica Pérez. El uso de María permite que ese bombeo trabaje en sólo en los puntos más óptimos y que, por lo tanto, las cuentas de energía eléctrica se reduzcan considerablemente. El rango de ahorro también oscila entre un 30 y un 50 por ciento.
En síntesis, asegura Eduardo Pérez, cuando ya el cliente adoptó esta tecnología “es muy difícil que vuelva atrás”. Esto se da porque el productor se vuelve mucho más eficiente, aprendió a manejar mejor las variables del clima y otras razones. Hoy no sólo es producir algo, sino que el consumidor final está con muchos ojos encima sobre cómo se produjo esa fruta, en términos de agua, energía, agroquímicos, huella de carbono. Hay grandes exportadores en Chile que están midiendo huella de carbono. Acá en España eso es muy común, entonces el producto se acopla muy bien”.