El transporte es responsable del 23 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Asimismo, la contaminación atmosférica es uno de los mayores problemas medioambientales que sufren las grandes ciudades latinoamericanas, comportando problemas de salud vinculados a enfermedades respiratorias, caldo de cultivo del coronavirus.
No obstante, el confinamiento ha servido para ratificar que la reducción del uso de vehículos contaminantes conlleva una mejora de la calidad del aire. Y ante este escenario, la mirada se dirige a la bicicleta y sus múltiples ventajas. “No contamina, ocupa poco espacio, es un vehículo relativamente barato y además es beneficiosa para la salud”, recuerda a DW Bernardo Barandam, Director Regional para Latinoamérica del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo. Por este motivo, “si se puede aumentar su participación a un 10 por ciento de los viajes totales, los ahorros en emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes serían considerables”, agrega.
Para Areli Carreón, de la organización mexicana Bicitekas, “la bicicleta ha venido demostrando su potencial para resolver múltiples desafíos: el del cambio climático, el de la escasez de combustibles, ante desastres como los sismos y ahora claramente ante los problemas de salud”.