La invasión a Ucrania y el escenario energético para Chile
“El desafío estratégico del Gobierno del Presidente Boric es enorme : estimamos que empujar decididamente la integración energética regional, partiendo por la integración eléctrica con Argentina y el Cono Sur es clave en este escenario. A su vez, las lecciones del pasado también nos obligan a pensar en la seguridad propia: el desarrollo de sistemas de almacenamiento de energía superiores a los que tenemos (en gasolina, GNL y electricidad) requerirá tener una mirada de Estado, donde tal como se hizo en el pasado, el sector público y privado deberán invertir y tomar riesgos, con el objeto de asegurar el suministro energético de Chile. Finalmente, adoptar una estrategia de transición energética que ponga en primer lugar la seguridad del suministro, será clave para que los ciudadanos confíen plenamente en el proceso en curso”.
El escenario energético de nuestro país es complejo. La estrechez del suministro eléctrico, materializada a través de un decreto preventivo de racionamiento, es un riesgo real que tendrá que enfrentar al Gobierno del Presidente Boric, no sólo de corto plazo, sino que requerirá de medidas para evitar que este escenario se repita en el mediano y largo plazo. Esta crisis energética tiene muchas causas: el proceso de cambio tecnológico para lograr una matriz eléctrica que progresivamente reduce sus emisiones no ha sido abordado de manera correcta. El acelerado desarrollo de capacidad eólica y solar, junto con un paulatino cierre de centrales a carbón, un menor aporte hídrico “estructural” producto de los efectos del cambio climático, congestiones del sistema de transmisión por infraestructura que avanza más lento que el desarrollo en generación, junto con escasez y altos precios internacionales de los combustibles, han generado un cambio de las condiciones de operación del sistema eléctrico que requerían de acciones oportunas para introducir mejoras operacionales, incorporación de nuevas tecnologías y adaptación de la logística, entre otras medidas que no fueron adoptadas por las actuales autoridades.
La invasión a Ucrania es una nueva mala noticia en el contexto energético de Chile , puesto que agrava uno de los factores de la crisis: la escasez de hidrocarburos, reflejada en precios internacionales récord en los últimos meses. Por ejemplo, para el mes de febrero de este año se evidencia un aumento del 125,8% en el precio del carbón, alcanzando un valor promedio de 180,6 (USD/Ton) declarado por las empresas al SEN. De manera similar, se registra un aumento de 72,3% en el precio del GNL, alcanzando un valor promedio mensual de 13,46 (USD/MMBtu). Así pues, la invasión rusa se produce en un momento de gran volatilidad de los precios en los mercados europeos del gas, que han registrado precios récord en los últimos meses. S&P Global Platts evaluó el TTF holandés en 88,85 EUR/MWh el 23 de febrero, un aumento del 24 % desde el 21 de febrero. Tal como lo señala Bloomberg en su reporte del 24 de febrero, “European Energy Prices Soar After Russia Attacks Ukraine Targets”: “Los precios de la Energía en Europa se dispararon después de los ataques de las fuerzas rusas sobre objetivos en Ucrania, promovidos por las sanciones económicas anunciadas por los gobiernos occidentales en respuesta”. Benchmark Dutch futures roza el 47%, el porcentaje más alto desde 2005, en su cuarto día de avance consecutivo. La electricidad de Alemania para marzo saltó un 42%. El carbón y el petróleo también crecieron.
Rusia es el segundo productor de gas natural en el mundo y uno de los principales productores de petróleo. Europa recibe el 40% de sus necesidades de gas desde Rusia vía los gasoductos de Ucrania. Según lo informado en un artículo publicado recién por CNBC3, citando a un analista de la consultora especializada en riesgos políticos “Eurasia Group”, el “tránsito de gas a través de Ucrania podría ser interrumpido, afectando el suministro de manera severa para los países de Europa Central y del Este, lo que hará incrementar el precio del gas en los mercados europeos”. La nota agrega el análisis de la consultora Wood Mackenzie, según la cual “en el evento de una prolongada interrupción, los inventarios de gas no podrán rellenarse durante el verano. Esto sería una situación catastrófica en caso de que el almacenamiento de gas para el próximo invierno se acerca a cero. Los precios escalarán, industrias tendrán que cerrar, la inflación podría subir como espiral. La crisis energética europea podría transformarse en una recesión global.”
“El impacto sobre los países periféricos y sobre aquellos que dependemos del comercio internacional, tanto para el suministro como provisión de commodities, exigirá tomar decisiones estratégicas tanto de política exterior (“alineamiento” con Occidente y profundización de alianzas estratégicas regionales) como de política interior (estrategia de transición energética segura). La geopolítica vuelve a tomar un rol principal después de esta crisis”
El conflicto en Ucrania: posible crisis de largo plazo
El inicio de la invasión de Rusia a Ucrania pone en tensión todo el entramado institucional existente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En las crisis anteriores, incluso posterior a 1991, se mantenían las lógicas de la Guerra Fría. De hecho, la crisis con el mundo islámico era un resabio previo del quiebre de relaciones con los mismos que apoyaron en los años 80 contra los soviéticos en Afganistán, además de otros derivados.
Lo que estamos viviendo es completamente diferente. Rusia es un poder global. Tiene una capacidad militar solamente superado por Estados Unidos y algunas capacidades que pueda tener China. La decisión de invadir Ucrania responde a una visión de Putin y sus asociados sobre el rol de su nación en el mundo. Para el líder ruso hay varios elementos que explican su conducta. La primera que considera un error haber “modificado” el territorio que tenía previamente la Unión Soviética. Para él se debe volver a las fronteras de 1991. A su vez, tiene una mirada muy dura en contra de la dirigencia comunista del pasado por haber mantenido las distintas nacionalidades que convivían en la Unión Soviética. Adicional a ello, elementos como la religión y la historia imperial juegan un rol relevante en su manera de ver el mundo.
En otras palabras, tal como lo señalan diversos expertos, Putin y sus seguidores se consideran “continuadores” de la gran Rusia y defensores de la verdadera fe del mundo paneslavo. Es ahí donde puede ocurrir un riesgo inmediato. Sus motivaciones no son sólo económicas y políticas (tener lejos a la OTAN), sino que hay una mirada del mundo y el lugar de Rusia como eje cultural que es largo plazo. Por ello, uno de los escenarios posibles, es que esta incursión sea sólo un primer paso para recuperar las fronteras soviéticas e incluso unificar a todos los eslavos bajo una bandera.
En efecto, quienes pasan a estar en una compleja situación son los países bálticos, los que tienen mayoría no eslava. Estonia, Lituania y Letonia fueron parte integrales de la Unión Soviética. Si bien esos países son más cercanos a Finlandia que a Rusia, también Putin los siente parte de su cosmovisión. Minorías rusas importantes viven en todos esos territorios. Pero debemos recordar que los bálticos son miembros de la Unión Europea y de la OTAN. Un paso en falso en esa dirección y sería de consecuencias devastadoras.
Putin preparó este ataque por un largo tiempo, incluso con dinero para soportar las sanciones económicas, por lo que probablemente las consecuencias en todos los aspectos de la sociedad no serán sólo de corto plazo. Esto se demuestra en el nivel de movilización de tropas: para qué utilizar una fuerza del tamaño que despliega Rusia solamente para alcanzar un objetivo militar de controlar Ucrania. Es evidente que podría lograrlo con una fracción de esa cifra, hoy en los 200 mil efectivos.
Sin embargo, el escenario más complejo se da en las fronteras occidentales de Ucrania. El flujo de refugiados sobre Polonia y otros países puede ser muy complejo de soportar. En ese escenario, la presión para que Occidente y Estados Unidos opere será enorme, incluso por sobre lo que el tratado del OTAN le permite. Este sería el peor escenario: un conflicto armado de grandes proporciones, lo que es poco probable que ocurra hasta algunas semanas por venir, lo que dependerá de lo que ocurra en las fronteras de los diversos países afectados por la crisis.
“Lo que debemos esperar, en caso de concretarse el escenario político antes reseñado (esto no es solo una incursión, sino que una decisión estratégica de cambio de fronteras), es que el suministro de petróleo y gas en el mundo tendrá un escenario de escasez y altos precios permanente, presionando la inflación en los mercados internacionales y el crecimiento global. Para Chile, lo anterior no sólo proyecta un costo marginal de la electricidad que impactará fuertemente los balances de las empresas generadoras del SEN, sino que implicará presión sobre los contratos futuros”
Chile e impactos en el sector energético
En este contexto, el impacto sobre los países periféricos y sobre aquellos que dependemos del comercio internacional, tanto para el suministro como provisión de commodities, exigirá tomar decisiones estratégicas tanto de política exterior (“alineamiento” con Occidente y profundización de alianzas estratégicas regionales) como de política interior (estrategia de transición energética segura). La geopolítica vuelve a tomar un rol principal después de esta crisis.
En el corto plazo, como ya lo señalamos, el Gobierno tendrá que lidiar con el fantasma del racionamiento. Hace apenas dos semanas el suministro de combustible para vehículos menores tuvo restricciones de abastecimiento en la región de Los Lagos y Los Ríos; el abastecimiento de diésel para generación eléctrica en la misma zona es escaso y el Coordinador Eléctrico Nacional está utilizando las reservas de agua guardada en el lago Chapo para evitar cortes de suministro para la zona de Puerto Montt y Chiloé. Lo que pueda pasar a partir de marzo en la zona dependerá básicamente de los esfuerzos que realicen los proveedores de diesel y de la fortuna de contar con lluvias que no se esperan por el momento.
A su vez, tal como Valgesta lo ha señalado en sucesivas editoriales de los últimos meses, el suministro eléctrico para todo el sistema desde Santiago hacia el sur se ve con severas contingencias que en cualquier minuto podrían generar un racionamiento eléctrico, lo que consta por lo demás en los informes del Coordinador Eléctrico Nacional y en el decreto preventivo de racionamiento emitido por el Gobierno. En este sentido, se requiere que las nuevas autoridades adopten en el más breve plazo decisiones regulatorias que tengan por objeto asegurar los niveles necesarios de abastecimiento de hidrocarburos, especialmente GNL y diésel, frente al peor escenario eléctrico posible: probabilidad de un año extremadamente seco, bajo aporte renovable en ciertos períodos y fallas de centrales relevantes para el sistema. Lo mismo ocurre para asegurar el suministro residencial, comercial e industrial de Gas Natural, especialmente en la temporada de invierno, el que estuvo a punto de ser limitado en 2021.
Por otra parte, el mecanismo de estabilización de precios de electricidad (“PEC”) completará el máximo de deuda que la ley permite acumular (USD 1.350 millones), antes que finalice el primer semestre, presionado por el alto nivel del dólar en el último año, junto con el crecimiento observado del precio de los hidrocarburos. A modo de referencia, el alza cercana a un 100% que han tenido los precios internacionales de combustibles, implican un incremento en torno al 10% del precio de la energía de las cuentas eléctricas por la indexación de contratos, lo que aún no se ve reflejado dada la existencia del PEC. De esta manera, otro desafío de cortísimo plazo para el Gobierno será definir de qué manera enfrentará una inminente alza en las tarifas eléctricas de los clientes regulados, la cual podría estar en torno al 15%.
De la misma manera, el anhelado alivio en los precios de las bencinas (y para el próximo invierno la calefacción) no serán una realidad a lo menos en 2022. Es probable que el Gobierno tenga que diseñar una mejora al fondo de estabilización de los precios de los combustibles, en caso de que la presión ciudadana comience a significar un costo político relevante para las nuevas autoridades.
Para el mediano plazo, el escenario no se aliviaría de manera significativa. En este sentido, lo que debemos esperar, en caso de concretarse el escenario político antes reseñado (esto no es solo una incursión, sino que una decisión estratégica de cambio de fronteras), es que el suministro de petróleo y gas en el mundo tendrá un escenario de escasez y altos precios permanente, presionando la inflación en los mercados internacionales y el crecimiento global.
Para Chile, lo anterior no sólo proyecta un costo marginal de la electricidad que impactará fuertemente los balances de las empresas generadoras del SEN, sino que implicará presión sobre los contratos futuros.
Ello lleva a reflexionar acerca de diferentes alternativas para afrontar estos efectos. El desafío estratégico del Gobierno del Presidente Boric es enorme: estimamos que empujar decididamente la integración energética regional, partiendo por la integración eléctrica con Argentina y el Cono Sur es clave en este escenario. A su vez, las lecciones del pasado también nos obligan a pensar en la seguridad propia: el desarrollo de sistemas de almacenamiento de energía superiores a los que tenemos (en gasolina, GNL y electricidad) requerirá tener una mirada de Estado, donde tal como se hizo en el pasado, el sector público y privado deberán invertir y tomar riesgos, con el objeto de asegurar el suministro energético de Chile. Finalmente, adoptar una estrategia de transición energética que ponga en primer lugar la seguridad del suministro, será clave para que los ciudadanos confíen plenamente en el proceso en curso.