Invitar a Greta Thunberg es un acto de alto riesgo. La adolescente sueca de 16 años ha irrumpido como un ciclón desde ese ente abstracto llamado sociedad civil para devolver la lucha contra el cambio climático a un primer plano. Su retórica deslenguada ha cautivado a cientos de miles de estudiantes y la ha convertido en una suerte de estrella pop. Su estela deja altas dosis de reproches a unas élites habituadas a la complacencia y acostumbradas a emplear ante los jóvenes un discurso cargado de buenas intenciones, pero a menudo vacío y paternalista.
A los líderes políticos reunidos en la decepcionante cumbre climática de Katowice, Thunberg les llamó inmaduros por no asumir la realidad del deterioro del planeta. Al poder económico quiso meterle el susto en el cuerpo en el Foro de Davos. “No quiero que tengáis miedo, quiero que tengáis pánico”. Este jueves, en Bruselas, llamó desde el atril a las líderes que han comandado la revuelta estudiantil en Bélgica y Alemania para que la flanquearan. “Me llamo Greta Thunberg y soy militante climática”, empezó su intervención con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, escuchando a su espalda. Y dijo esto: “La mayoría de políticos no quiere hablar con nosotros. Está bien, nosotros tampoco queremos hablar con ellos. Queremos que hablen con los científicos, que les escuchen, porque nosotros repetimos lo que llevan diciendo décadas”.
La estudiante lleva 26 viernes consecutivos sin pisar las aulas para concentrarse frente al Parlamento sueco. Pide más contundencia contra el calentamiento global. “Hacemos huelga escolar porque hemos hecho nuestros deberes. Hay quien dice que somos la esperanza. Que vamos a salvar el mundo. Pero no es cierto, no lo haremos. No hay tiempo para esperar a que crezcamos. Necesitamos actuar ya ante la crisis climática”. Thunberg reconoció que la UE ha tomado medidas para contener las emisiones, pero cree que no son suficientes para evitar que la temperatura del planeta supere en 1,5 grados los niveles preindustriales, un umbral que el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), considera peligroso.
El martes, Thunberg compartió en la red social Twitter, donde cuenta con casi 200.000 seguidores, una foto en un andén. Se niega a subir a aviones por sus altas emisiones contaminantes, por lo que iniciaba el largo viaje en tren de Estocolmo a Bruselas con su eterno cartel llamando a la huelga estudiantil entre las manos. Ese día, un responsable australiano de Educación, donde también ha llegado el llamado de Thunberg a la huelga climática, amenazó a estudiantes y profesores con castigos si acudían en horario escolar a la movilización internacional programada para el 15 de marzo. Thunberg respondió con cuatro frases. “De acuerdo. Te escuchamos. Y no nos importa. Tu declaración pertenece a un museo”.