COP25: Ambición y realismo de los compromisos forestales
“La forestación con especies nativas para generar una cubierta forestal permanente del suelo es el “top-of-the-line” en términos de la provisión de servicios ambientales y, en particular, de captura de CO2. Pero también es, por lejos, la alternativa que demanda mayor bonificación por tonelada de CO2, por cuanto el propietario optará por este uso del terreno sólo sí se le compensa su costo de oportunidad productivo mediante un pago anual, además de bonificarle el 100% del alto costo de forestación con estas especies”.
Terminó la COP25, con pena y sin gloria. El balance de la ONU es que fue una oportunidad perdida en la lucha contra el cambio climático. Pero el que no se lograra un acuerdo internacional, no debería ser motivo para que un país, que asume su propia responsabilidad, deje de cumplir sus compromisos nacionalmente determinados (NDC, por su sigla en inglés). En el caso de Chile, según lo definido en nuestro NDC actualizado, esto implica nada menos que ser un país carbono neutral al 2050.
Entre las metas de mitigación específicas, el NDC actualizado compromete al 2030: (a) el manejo sustentable y recuperación de 200.000 hectáreas de bosques nativos; y (b) forestar 200.000 hectáreas de bosques, de las cuales al menos 100.000 hectáreas corresponden a cubierta forestal permanente, y de éstas, al menos 70.000 hectáreas, deben ser con especies nativas. La recuperación y forestación se realizará en suelos de aptitud preferentemente forestal y/o en áreas prioritarias de conservación.
Estas metas son ciertamente ambiciosas, pues duplican lo que Chile comprometió para la actividad forestal nacional en el marco del Acuerdo de París, en 2015. Más determinante aún, el cumplimiento de estas metas dejó de estar condicionado a que se aprueben previamente determinadas leyes y/o se reciba un eventual financiamiento externo. En los hechos entonces, las medidas de mitigación que permitirán cumplir las metas deberán ser financiadas por el Fisco, mediante instrumentos de fomento forestal.
Por consiguiente, es pertinente evaluar si estas medidas son viables y socioeconómicamente eficientes para lograr el objetivo ambiental comprometido ante el mundo en la Convención de Cambio Climático y ante todos los chilenos, presentes y futuros.
El país tiene cerca de 4 millones de hectáreas de bosque nativo potencialmente productivo. La Ley N° 20.283 sobre Bosque Nativo fomenta el manejo de estos bosques que son de pequeños y medianos propietarios. Sin embargo, desde su promulgación en 2008, menos de 35 mil hectáreas han sido bonificadas, ejecutándose menos del 13% del presupuesto. Por consiguiente, duplicar una meta que estaba lejos de alcanzarse implica que se deberá reforzar muy significativamente la operatividad de este instrumento de fomento, dando mayores incentivos a los propietarios con el correspondiente mayor costo fiscal.
La forestación con especies nativas para generar una cubierta forestal permanente del suelo es el “top-of-the-line” en términos de la provisión de servicios ambientales y, en particular, de captura de CO2. Pero también es, por lejos, la alternativa que demanda mayor bonificación por tonelada de CO2, por cuanto el propietario optará por este uso del terreno sólo sí se le compensa su costo de oportunidad productivo mediante un pago anual, además de bonificarle el 100% del alto costo de forestación con estas especies.
Ahora bien, al duplicar la meta de forestación, la NDC actualizada amplia el fomento a las plantaciones con especies exóticas en 100 mil hectáreas, como una medida adicional para cumplir la meta global de mitigación de Chile. En particular, los bosques plantados de pino radiata tienen la máxima eficiencia socioeconómica por tonelada de CO2capturado, sobre todo con rotaciones de más larga duración que generan madera para construcción y muebles. Estas plantaciones, aunque proveen un menor nivel de servicios ambientales, son muy positivas para restaurar a la brevedad posible la gran superficie perdida por los incendios forestales, ya que son las preferidas por los propietarios, quienes en la práctica se harán cargo de implementar esta medida de mitigación del cambio climático.
Lo importante es que los compromisos se hagan con la intención real de cumplirlos, no sólo para quedar bien con su anuncio y sin hacer lo necesario para lograrlos, traspasando el problema a quienquiera venga después. Es riesgoso depender del voluntarismo en lo ambiental, pues no nos servirá que en 2030 se diga “lo intentamos, pero no se pudo”, quedando en deuda con el planeta.
*André Laroze es PhD en Recursos Forestales y secretario ejecutivo de CERTFOR (PEFC Chile).