Acuerdo para la creación de los mercados de carbono y la aceleración de las finanzas climáticas: la COP26 también dejó algunas buenas noticias
A la hora de los balances de la cumbre climática mundial, lo que queda es que la geopolítica, los intereses económicos, el cortoplacismo, nuevamente torpedean la posibilidad de un acuerdo ambicioso que impulse decididamente la acción climática, que logre un recorte de emisiones rápido y real, y que se alinee con lo que pide la ciencia: una reducción rápida, profunda y sostenida de emisiones en esta década. Pero la cita también dejó avances importantes. Entre los principales, el acuerdo sobre las reglas para un mercado global de carbono tras seis años de negociaciones y bloqueos, y el impulso en la acción climática de los denominados “actores no estatales”, las empresas. Ambas instancias podrían acelerar las inversiones necesarias para avanzar con mayor rapidez hacia la meta de los 1,5ºC.

Periodista

El rostro del presidente de la COP26, Alok Sharma, al borde de las lágrimas de frustración y moviendo de un lado a otro el mazo con que se debía sellar el acuerdo de la cumbre mundial contra el cambio climático, se transformó en la imagen del fin de semana. Tras impulsar durante meses la idea de que esta cumbre debía dejar definitivamente al carbón en la historia, una solicitud de última hora de India y China de reabrir y modificar la cláusula que ponía por primera vez la necesidad de eliminar el uso de este combustible fósil por escrito en los acuerdos climáticos, tiró al tacho las largas horas de negociación previas entre los casi 200 países reunidos en Glasgow. Finalmente, se modificó la frase “eliminación progresiva del carbón” por su “reducción progresiva”. Nuevamente, una COP con acuerdos que aparecen deslavados ante la urgencia climática, y nuevos argumentos para la acusación del “bla,bla,bla” de Greta Thumberg.
Eliminar el uso del carbón es clave para lograr que el calentamiento global no supera los 1.5ºC, la cifra que la ciencia ha puesto como el límite tras el cual los impactos del cambio climático se tornarán catastróficos para el planeta, la economía y la sociedad. Según la Agencia Internacional de Energía, es necesario que no se construyan nuevas centrales termoeléctricas a carbón en el mundo, y que el 40% de las 8.500 que ya existen deben cerrarse de aquí a 2030 para no sobrepasar ese límite.
Pero lo cierto es que a Sharma no le quedó alternativa. Para salvar todo el acuerdo, a esa hora todavía frágil, hubo que ceder. Lo contrario hubiese significado perder dos años de trabajo. “Pido disculpas a los delegados por la forma en que se ha desarrollado este proceso. Y lo siento profundamente. También comprendo la profunda decepción. Pero como ustedes han señalado, creo que es vital que protejamos este paquete de medidas”, diría luego al cerrar la cita. Entonces afloraron las emociones, y no pudo seguir hablando.
A la hora de los balances, lo que queda es que la geopolítica, los intereses económicos, el cortoplacismo, nuevamente torpedean la posibilidad de un acuerdo ambicioso que impulse decididamente la acción climática, que logre un recorte de emisiones rápido y real -es necesaria una reducción del 40% para 2030, en comparación con los niveles de 2010- y que se alinee con lo que pide la ciencia: una reducción rápida, profunda y sostenida de emisiones en esta década.
Como dijo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, para lograrlo es necesario acabar con los subsidios a los combustibles fósiles, eliminar el carbón, ponerle precio al carbono, desarrollar aquí y ahora la resiliencia de las comunidades más vulnerables al cambio climático, y cumplir el compromiso de financiamiento climático de US$ 100 mil millones para apoyar a los países en desarrollo.
“No logramos estos objetivos en esta conferencia”, reconoció Guterres tras el cierre de la cumbre. Los textos aprobados -dijo- son un compromiso que refleja “los intereses, las condiciones, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo de hoy. Dan pasos importantes, pero lamentablemente la voluntad política colectiva no fue suficiente para superar algunas contradicciones profundas”.
Pero si bien los países aún no logran cerrar la brecha ni responder a la urgencia que requiere el recorte global de emisiones, y menos a las exigencias de “actuar ya” de parte de los países más vulnerables y de gran parte de la ciudadanía -sobre todo de los más jóvenes-, la COP26 si dejó algunas buenas noticias, principalmente en lo que dice relación con los denominados “actores no estatales”, las empresas, donde comienza a verse una mayor ambición, liderazgo y acción para alcanzar los objetivos climáticos.
Acuerdo sobre los mercados de carbono
Desde que se alcanzó el Acuerdo de París, en 2015, alcanzar un acuerdo sobre el libro de reglas del denominado Artículo 6, que regula los mercados globales de carbono, se había transformado en un dolor de cabeza. Tuvieron que pasar más de seis años de negociaciones para destrabar una serie de puntos conflictivos que llevaron al fracaso las dos cumbres climáticas anteriores, incluida la COP25 presidida por Chile.
Básicamente, el Artículo 6 debe establecer un marco de reglas para que los países y las empresas puedan intercambiar créditos de emisiones de carbono -bonos de carbono-, en que cada uno de ellos representa una tonelada de carbono eliminado de la atmósfera. Un mecanismo clave para que el dinero empiece a fluir hacia iniciativas de mitigación, como proyectos de reforestación o sistemas mecánicos de captura de carbono, y que establece cómo gobiernos y compañías pueden crear, valorar e intercambiar estos créditos en un sistema de comercio global.
“Los textos aprobados son un compromiso. Reflejan los intereses, las condiciones, las contradicciones y el estado de la voluntad política en el mundo de hoy. Dan pasos importantes, pero lamentablemente la voluntad política colectiva no fue suficiente para superar algunas contradicciones profundas”
Actualmente existen distintos mercados de este tipo en el mundo. Algunos son establecidos y regulados por los gobiernos, como en California o en el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea, donde la gran industria tiene límites de emisiones de carbono. Si se mantienen bajo ese límite, pueden vender el “excedente” a otras empresas que emiten más de lo establecido para así compensar. También existen otros mercados de emisiones más informales, a través de proyectos voluntarios -plantaciones de árboles, restauración de ecosistemas- que generan créditos intercambiables.
Lo que hace el libro de reglas del Artículo 6 es crear un crédito certificado por la ONU, que armonice todos estos mercados bajo estádares aceptados por todos, y que se puedan contabilizar en todo el mundo. Para los expertos, estas reglas ayudan a definir el marco de cómo los gobiernos pueden utilizar al sector privado para apoyarlos en el cumplimiento de sus objetivos climáticos. “Ahora dependerá del sector privado canalizar la inversión verde utilizando estas nuevas estructuras de mercado y acelerar la carrera hacia cero”, dijo el director ejecutivo de la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones, Dirk Forrister, al Financial Times. Hasta ahora, las incertidumbres en torno a la contabilidad del carbono han frenado la expansión de estos mercados.
El acuerdo alcanzado en Glasgow establece que los intercambios bilaterales de compensaciones entre países no tendrán que pagar un impuesto que buscaba ser destinado a financiar la adaptación climática de las naciones más pobres, punto sobre el que había un desacurdo. Así, se estableció que existirá un sistema centralizado separado para la compensación de emisiones, donde el 5% de los ingresos de las compensaciones se recaudará para destinarlo a un fondo de adaptación para los países en desarrollo.
Según señala Reuters, también en ese sistema se cancelará el 2% de los créditos de compensación. Esto tiene como objetivo aumentar los recortes generales de emisiones al evitar que otros países utilicen esos créditos como compensaciones para alcanzar sus objetivos climáticos.
Respecto de los créditos de carbono creados en el marco del Protocolo de Kioto, se estableció que estos serán transferidos al nuevo sistema de compensación, pero solo las compensaciones registradas desde 2013 en adelante. Esto implica que 320 millones de créditos -equivalentes a 320 millones de toneladas de CO2- ingresarán a este nuevo mercado.
Hasta esta COP, uno de los principales problemas para alcanzar un acuerdo en torno al Artículo 6 estaba en los que se denomina la “doble contabilidad”: es decir, el crédito es reclamado tanto por el país que lo vende como por el país que lo compra. Ahora, según el acuerdo, el país que genera un crédito decidirá si autoriza su venta a otras naciones o si cuenta para sus propios objetivos climáticos. Si se autoriza y vende, el país vendedor agregará una unidad de emisión a su recuento nacional, y el país comprador reducirá una, para garantizar que la reducción de emisiones solo se cuente una vez.
Esto no implica que el mercado de carbono se creará de inmediato. El acuerdo establece que primero se deberá nominar un organismo supervisor del mercado, y una vez seleccionado dicho organismo, está programado que se reún al menos dos veces el próximo año para desarrollar las metodologías técnicas, los procesos de registro y seguimiento necesarios, señala el Wall Street Journal. No obstante, hay optimismo en el mercado. “Fundamentalmente para los negocios, las reglas del Artículo 6 ahora están vigentes, proporcionando un marco para permitir la operacionalización inmediata de los mercados globales de carbono”, afirmó a dicho medio John Connor, director ejecutivo del Carbon Market Institute de Australia.
Impulso a las finanzas climáticas
Si bien no se lograron los principales objetivos de la COP26, como dijo Guterres termminada la cumbre, si se lograron “algunos componentes básicos para el progreso”, afirmó. Entre ellos, agregó, los compromisos para acabar con la deforestación, reducir drásticamente las emisiones de metano, alcanzar el acuerdo sobre los mercados de carbono y movilizar el financiamiento privado en torno al “cero neto”. Los textos aprobados, dijo, “por primera vez alientan a las instituciones financieras a considerar las vulnerabilidades climáticas en el apoyo financiero concesional y otras formas de apoyo, incluidos los derechos especiales de giro”. Junto con ello, anunció que creará un grupo de expertos de alto nivel para establecer estándares claros para medir y analizar los compromisos netos cero de los actores no estatales.
¿Cuáles fueron los principales impulsos a las finanzas climáticas? Las claves de ello pueden encontrarse en un mensaje enviado por los “Champions de Acción Climática de Alto Nivel de la ONU, Gonzalo Muñoz (COP25) y Nigel Topping (COP26), cuyo rol es principalmente movilizar al mundo privado para apoyar el cumplimiento de las metas del Acuerdo de París.
“Glasgow ha creado una convergencia sin precedentes entre inversores, empresas, ciudades y regiones subnacionales que pueden impulsar la transformación de la economía real; ahora todos los actores deben cumplir. Glasgow acelerará el alejamiento del carbón y los combustibles fósiles y aumentará la importancia de abordar las pérdidas y los daños”
Según señalan, Glasgow ayudó a acercar las agendas de los actores no estatales y gubernamentales, centrándose en las soluciones específicas necesarias para descarbonizar sectores claves y construir la resiliencia. Esto incluye varias señales de avances y transformación de la economía, que “representan el dinamismo de la agenda de los actores no estatales para impulsar el ciclo de ambición para una acción gubernamental acelerada”.
“Glasgow -afirman- ha creado una convergencia sin precedentes entre inversores, empresas, ciudades y regiones subnacionales que pueden impulsar la transformación de la economía real; ahora todos los actores deben cumplir. Glasgow acelerará el alejamiento del carbón y los combustibles fósiles y aumentará la importancia de abordar las pérdidas y los daños. Pero hay mucho más por hacer en estos temas y para colocar la resiliencia en el centro de la acción climática en solidaridad con las comunidades vulnerables”.
¿Cuáles son esas señales de cambio? Entre las principales detallan los compromisos para poner fina a la deforestación, entre ellos el que 33 instituciones financieras con $ 8,7 billones en activos bajo gestión, se comprometen a abordar la deforestación en la década de 2020. Además, una alineación público-privada sobre avances clave en tecnologías limpias en cinco sectores clave de la economía: energía, transporte por carretera, acero, hidrógeno y agricultura, responsables de más del 50% de las emisiones globales.
Las finanzas privadas convencionales, agregan, se comprometen públicamente a transformar la economía a cero neto. A través de la Glasgow Financial Alliance for Net Zero, más de 450 empresas en 45 países ahora se han comprometido a establecer objetivos sólidos y basados en la ciencia a corto plazo para reducir a la mitad su parte justa de emisiones para 2030 utilizando las vías más sólidas de 1.5C, como el IPCC y IEA. “Casi 8.000 actores no estatales -agregan-, incluidas 5.235 empresas, 67 regiones, 441 instituciones financieras, 1.039 instituciones educativas y 52 instituciones de salud, se comprometen a reducir a la mitad las emisiones para 2030 como parte de Race to Zero”.
Además, se sentaron las bases técnicas para permitir el cumplimiento de los estándares de sostenibilidad y las acciones de resiliencia, con el lanzamiento de la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad. “Un nuevo marco de métricas para medir la resiliencia, por primera vez, permite a las ciudades, regiones, empresas e inversores medir el progreso de su trabajo en la construcción de resiliencia al cambio climático para los 4 mil millones de personas en mayor riesgo para 2030”, señalan.
La creación de esta nueva Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad (International Sustainability Standards Board, ISSB por sus siglas en inglés) fue anunciada en Glasgow por la Fundación IFRS y busca desarrollar una línea de base global integral de normas de divulgación de sostenibilidad de alta calidad para satisfacer las necesidades de información de los inversores.
“La ISSB desarrollará normas de divulgación de sostenibilidad, incluidos los requisitos de divulgación que abordan los impactos de las empresas en cuestiones de sostenibilidad relevantes para evaluar el valor empresarial y tomar decisiones de inversión. Los estándares de ISSB permitirán a las empresas proporcionar información completa sobre sostenibilidad para los mercados financieros globales”, señaló el organismo.
“La creación de valor a largo plazo requiere un enfoque tanto en el desempeño financiero como en la sustentabilidad. Esto significa que necesitamos herramientas para medir el desempeño de la sostenibilidad al igual que las tenemos para el desempeño financiero. El Foro Económico Mundial y su coalición del sector privado hicieron una contribución en este frente, proponiendo un conjunto básico de “Métricas del capitalismo de las partes interesadas”. Nos complace que este esfuerzo sirva de base para el trabajo técnico de la ISSB”, señaló Klaus Schwab, presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial.
Estos avances en materia de finanzas climáticas también fueron valorados por distintas organizaciones, entre ellas We Mean Business Coalition, que en una declaración tras los acuerdos alcanzados en Glasgow señalan que estos “representan un progreso crucial en la creación de ese espacio para que las empresas impulsen la inversión y la innovación. Esto, a su vez, dará a los gobiernos la confianza necesaria para intensificar sus planes; tomar medidas rápidas y concretas; e implementar las políticas nacionales necesarias para reducir las emisiones”.
Respecto a la alusión al carbón, inlcuida por primera vez en un acuerdo de la COP, la coalición señala que “al referirse específicamente a los subsidios al carbón y los combustibles fósiles, el Pacto Climático de Glasgow enfatiza que su continuación se encuentra entre los mayores obstáculos para descarbonizar la economía global a la velocidad y escala requeridas. Esto envía una fuerte señal del fin de la energía del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles y alentará a las empresas a acelerar su transición a la energía limpia, al tiempo que garantiza una transición justa para los trabajadores”.
Y en cuanto a los mercados de carbono, afirman que se trata de una pieza clave para la plena aplicación del Acuerdo de París. “Estos enfoques cooperativos tienen el potencial de desencadenar enormes inversiones por parte de países y empresas en los que pueden lograr la mayor reducción de emisiones: esto es crucial para alcanzar los niveles de ambición que necesitamos para lograr el objetivo de 1,5°C (…) Para las empresas líderes, las políticas de fijación de precios del carbono se encuentran entre los medios más efectivos y rentables de impulsar vías de descarbonización profundas en todas las economías. Son fundamentales para respaldar los esfuerzos urgentes necesarios para impulsar la transición hacia un futuro neto cero y lograr el objetivo de 1,5 ° C y ayudarán a desbloquear la innovación y la implementación empresarial”.